sábado, 12 de noviembre de 2011

Cómeme, hasta que no quede carne, ni piel.

Me mordisqueo la uña sin llegar a romperla. Empiezo a mordedor el dedo, la carne, llego al hueso con el mordisco, duele. Lo siento. Me gusta sentir las cosas, que duelan.
Levanto la vista, ahí sigue, desangrandose, qué asco... Una pena que no pueda verse a si mismo asi, me llenaría de satisfacción verle sintiendo asco de si mismo. Sintiéndolo, que le duela.
Separo las mandíbulas cuando siento el sabor a hierro dulce de mi sangre. Qué asco.
Si continuo aquí sentada me llegara el charco de sangre y me manchare la ropa... Qué asco.
Me levanto y dirijo una mirada vacía a la cosa inerte del suelo, mojada en sangre. Con la cabeza tan triturada no puedo afirmar que sea un humano. Sin sus extremidades... Sin su polla que pueda demostrar que es un hombre.
Ya no es nada, lo que era es mío. Qué asco. Doy una patada a un brazo mientras pienso que hacer con los restos de esa cosa. Va rodando lentamente hasta que lo frena lo que parece una mano.
En realidad... en realidad era guapo.

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