viernes, 5 de abril de 2013

Mesa para uno, comida para dos

Estabamos tan cerca. Nos dabamos caricias suaves, como regalos, compartíamos soledad. Compartimos, era bonito decir que nos conocíamos. Nos lo creímos y lo dejamos estar.
Era tan bonito actuar artíficial, podíamos ser actores perfectos, con guiones perfectos y sonrisas de revistas. ¡Qué bonito! ¡Qué paz! ¡Qué fácil!
No follabamos, ni nos mirabamos, ni nos tocabamos de verdad. ¿De verdad? ¿Fue de verdad cuándo me diste aquella paliza? ¿Fue de verdad?
Eso si fue real y cercano. Estaba deseando sentir algo así y tú también, querías algo real, ¿no? ¡Y qué real!
Cuando pude volver a moverme con normalidad gracias a tus cuidados artificiales decidí comprar una revista con fotos de casas con decorados maravillosos. Quería sentirme real. Pero, seguía sintiéndome así taladrándome los tobillos y me parecía más divertido.
Te buscaba con la mirada a veces y no te encontraba, pero siempre volvías.
Decidí que estaba mal lo que estaba haciendo y quise contarselo, teníamos que acabar con esto. ¡Qué ganas tenía de que fuera verdad!
Ultimamente me pregunto como pude romperme dos costillas yo sola.