viernes, 2 de agosto de 2013

You wanna scape from a world that doesn't speak your language anymore

Bueno, estaba colgando los pies, rozando la punta de mis dedos la superficie del agua. Seguía viendo reflejado como colgabas tú, bocabajo, derramando a borbotones en un cubo plateado vermellón oscuro, oscuro como tu mirada.  En un principio había sido lo suficiente paciente como para hacerlo poco a poco, con endiduras no muy profundas, claro cinco litros de sangre son mucho tiempo y dejé de hacerlo de forma tan ordenada. Ya sabes, las cosas divertidas siempre manchan y despeinan.
Deberías de estar sentado aquí al lado, pero siempre pasa algo, a mí, de verdad, me encantaría salvaros.
Me resultan la mar de interesante las reacciones que teneís, lo que llegaís a decir, de lo que me intentaís convencer, creéis que me tendéis trampas, seguís igual de arrogantes que al principio.
Por eso creo que adoro despedazaros, que podáis verlo y comprobar lo fácil que es. Pero sin duda nunca había pensado en aprovechar vuestros restos, ha sido una idea maravillosa.
Ahora puedo bañarme como la Condesa Erzsébet.

viernes, 5 de abril de 2013

Mesa para uno, comida para dos

Estabamos tan cerca. Nos dabamos caricias suaves, como regalos, compartíamos soledad. Compartimos, era bonito decir que nos conocíamos. Nos lo creímos y lo dejamos estar.
Era tan bonito actuar artíficial, podíamos ser actores perfectos, con guiones perfectos y sonrisas de revistas. ¡Qué bonito! ¡Qué paz! ¡Qué fácil!
No follabamos, ni nos mirabamos, ni nos tocabamos de verdad. ¿De verdad? ¿Fue de verdad cuándo me diste aquella paliza? ¿Fue de verdad?
Eso si fue real y cercano. Estaba deseando sentir algo así y tú también, querías algo real, ¿no? ¡Y qué real!
Cuando pude volver a moverme con normalidad gracias a tus cuidados artificiales decidí comprar una revista con fotos de casas con decorados maravillosos. Quería sentirme real. Pero, seguía sintiéndome así taladrándome los tobillos y me parecía más divertido.
Te buscaba con la mirada a veces y no te encontraba, pero siempre volvías.
Decidí que estaba mal lo que estaba haciendo y quise contarselo, teníamos que acabar con esto. ¡Qué ganas tenía de que fuera verdad!
Ultimamente me pregunto como pude romperme dos costillas yo sola.