jueves, 17 de noviembre de 2011

20092009

Mis escrúpulos se fueron de vacaciones a tomar por culo. Ahora era yo la que sostenía la pistola. La sujeto firmemente con las dos manos y le apunto entre ceja y ceja, si le voy a volar la cabeza. Tirado en el suelo, atado de manos y pies, llora; llora como un niño chico al que le quitan la pelota, sabe que lo voy a hacer. Me suplica que baje el arma, pero eso no va a ocurrir, no esta vez no. Sin siquiera parpadear disparo. Por fin, ahora hay silencio, ahora sí. Sonrío y miro la pistola. Que fácil ha sido, pienso. Miro al suelo, lo veo desangrándose y vuelvo a sonreír. Me doy la vuelta, se acabo la paz, pienso y dejo de sonreír. Allí está él. Le doy la pistola. Que poco me dejas disfrutar… le digo. Él no contesta, simplemente se sienta en una esquina y apoya la cabeza. Yo, me agacho al lado del cuerpo, y me empapo bien el dedo de sangre. Me levanto y escribo en la pared una “I”, no me queda más sangre para seguir escribiendo, pero me vuelvo a agachar y sigo escribiendo; w, a, s, h, e, r, e. Cuando termino miro a Jake, que juega con la pistola. Me siento a su lado y le hago una raya en la cara con sangre. Me mira asqueado y se la limpia con la camiseta. No sé cómo puedes jugar con la sangre del tío al que acabas de matar, me reprocha. Suelto una carcajada y le respondo que yo tampoco sé como él puede estar conmigo en todo esto… Me levanto y salgo de la habitación a paso ligero, queda mucho, muchísimo por hacer, pienso.

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