viernes, 24 de abril de 2015

Noches que son lagunas

Cada noche espero que mi cama se abra a la mitad y comience esa caída infinita.
Que lo primero que vea ascender sean mis brazos blandos; pellejo hueco, abandonado, silbante.
Y detrás mis ojos, con sendos nervios siguiéndolos, como cordeles de globos felices de escapar de las manos pringosas de un niño.
Me enredaría con el pelo pegado en la cara que no dejaría de martillearme las mejillas y de meterse como arañas mojadas en la boca.

¿Y cuándo caigo?
¿Caigo suave en un prado de hierba cálida, húmeda verde y lleno de margaritas, con hormigas que me hacen cosquillas en los dedos, con unos gorriones que me reciben gorjeando...?

Caigo de rodillas en el muro gris. Con el impacto, mis rotulas se reducen a pudding de sangre, huesos y tendones, dejando tibias y peronés sin sitio donde encajar, descolgadas y separadas, libres para ir donde quieran.

Puedes volar tan lejos como intentes que nunca te vas a librar de ti mismo

miércoles, 11 de marzo de 2015

La sencillez del abrelatas

Te odio.
A ti y a todas tus chicas.
Tus chicas que querían ser todo para ti, menos yo.
Tus chicas, las que yo siempre he querido ser.
Tus chicas que podían tomar café con tu mamá mientras te esperan.
Tus chicas con las que celebrabas aniversarios y discutías qué película ver .

Me encataría odiarme porque te hago feliz, porque te cuido, porque duermes
y duermes bien, conmigo.

viernes, 6 de marzo de 2015

Dolor//Placer

Tengo noches afiladas, que más que cortar me consuelan.
Duermo con el frío afilado pegado a la piel.
Me desato, me vacío y me desangro.

A veces, pienso que es lo único que me consuela,
lo único que me queda,
lo único que me apoya,
y acudo dando saltitos con la cara tapada,
yo sé que no está bien,
yo sé que nos tenemos que esconder de mi mamá.

Pero hundo y separo como si fuera lo mejor que me ha pasado,
como si nunca me hubiesen acariciado.

Me gustaría poder delinear el verde en rojo y sacarlo todo,
me gustaría dejar de temblar cada vez que lo intento.

• L O S T

Cuando me enrosco en la cama espero hacerme chiquitita,
tanto que meterme debajo de la almohada sea mi mejor escondite,
que pueda seguir hecha una bola sin que me vean,
tanto que no me importe ser la única de mi tamaño,
que así pueda justificar mi aislamiento, mis escondites.
Tanto que podría explorar el reino de las pelusas, entre mi cama y la pared,
que podría escalar los cajones de mi cama y observar el mar de marmol desde arriba.
Podría acampar en la caja de pañuelos
y que nadie me viese, pero no podría salir de aquí.
 
¿A quién le importa si vive en un mundo sólo para él?