Tengo noches afiladas, que más que cortar me consuelan.
Duermo con el frío afilado pegado a la piel.
Me desato, me vacío y me desangro.
A veces, pienso que es lo único que me consuela,
lo único que me queda,
lo único que me apoya,
y acudo dando saltitos con la cara tapada,
yo sé que no está bien,
yo sé que nos tenemos que esconder de mi mamá.
Pero hundo y separo como si fuera lo mejor que me ha pasado,
como si nunca me hubiesen acariciado.
Me gustaría poder delinear el verde en rojo y sacarlo todo,
me gustaría dejar de temblar cada vez que lo intento.
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